'To be or not to be (there)'
El tema es un clásico, pero en vísperas del Barça-Rangers es la hora de intentar ofrecer alguna explicación: ¿por qué la mitad del ejército de Ibrox Park no tiene entrada y por qué viajan tantos? Para empezar hay un elemento de representación extraterritorial que a los catalanes les debe significar algo. Si aquí estamos a punto de fundar “la República catalana del Barça” Jan Laporta dixit), imagínense lo que es venir de un país de sólo dos millones de personas que año tras año coloca a dos equipos en la Champions. Este logro merece una representación externa y por mucho que se hable de Rangers como el equipo unionista de Glasgow, la masiva presencia de la falda y bandera escocesa en las calles de Barcelona, Milán y Munich es la expresión estética de este orgullo. En el caso de la hinchada escocesa se entiende bien por qué la palabra fan viene de fanático. A diferencia de la racionalidad (“avui patirem”) del culé, muchos seguidores británicos seguimos rituales objetivamente inexplicables pero que, aplicados al fútbol, se convierten en un código de conducta natural y aceptado entre aficiones.
Como la manifestación de una enorme fe, rozando el delirio, y la necesidad psicofísica de estar donde está el equipo, bajo la firme creencia de que nuestra presencia –incluso fuera del esta- dio– se transmite a los jugadores y se convierte en un arma para ganar. Hay también elementos más pragmáticos que explican su desproporcionada presencia en Barcelona. Gracias al fenómeno low cost, resulta más barato coger el avión Glasgow-Barcelona y quedar con los
colegas en la Rambla para ver el partido que intentar juntarse desde diversos puntos de Escocia. Además, cuando se llega a una ciudad donde la cerveza es barata, se sirve 24 horas al día y hace 20 grados que permiten lucir la camiseta y el tatuaje en las mejores condiciones, ¿qué más se puede pedir? Si te quedas sin entrada, tampoco es un desastre: es cuestión de entrar en uno de los múltiples pubs británicos de Barcelona para ver el partido con cientos de expatriados mientras se espera a los amigos que sí lograron ir.
Escuchar la versión in situ, brindar por la heroica y seguir cantando hasta altas horas de la noche.
Christopher D. TULLOCH, profesor de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra
FOTO: http://www.sport.es
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