dimarts, 6 de novembre del 2007

Invasió d'escocesos

A la una del migdia rebo un sms d'un professor meu a la facultat, Chris Tulloch, en què m'apunta que miri la pàgina 64 de La Vanguardia, on ha escrit un article que parla sobre la invasió d'aficionats escocesos a Barcelona, la majoria sense entrada, a propòsit del Barça-Glasgow de demà. Tulloch és nascut a Anglaterra i coneix la idiosincràcia dels seguidors britànics. En el post d'avui, he volgut reproduir aquest article.

'To be or not to be (there)'
El tema es un clásico, pero en vísperas del Barça-Rangers es la hora de intentar ofrecer alguna explicación: ¿por qué la mitad del ejército de Ibrox Park no tiene entrada y por qué viajan tantos? Para empezar hay un elemento de representación extraterritorial que a los catalanes les debe significar algo. Si aquí estamos a punto de fundar “la República catalana del Barça” Jan Laporta dixit), imagínense lo que es venir de un país de sólo dos millones de personas que año tras año coloca a dos equipos en la Champions. Este logro merece una representación externa y por mucho que se hable de Rangers como el equipo unionista de Glasgow, la masiva presencia de la falda y bandera escocesa en las calles de Barcelona, Milán y Munich es la expresión estética de este orgullo. En el caso de la hinchada escocesa se entiende bien por qué la palabra fan viene de fanático. A diferencia de la racionalidad (“avui patirem”) del culé, muchos seguidores británicos seguimos rituales objetivamente inexplicables pero que, aplicados al fútbol, se convierten en un código de conducta natural y aceptado entre aficiones.
Como la manifestación de una enorme fe, rozando el delirio, y la necesidad psicofísica de estar donde está el equipo, bajo la firme creencia de que nuestra presencia –incluso fuera del esta- dio– se transmite a los jugadores y se convierte en un arma para ganar. Hay también elementos más pragmáticos que explican su desproporcionada presencia en Barcelona. Gracias al fenómeno low cost, resulta más barato coger el avión Glasgow-Barcelona y quedar con los
colegas en la Rambla para ver el partido que intentar juntarse desde diversos puntos de Escocia. Además, cuando se llega a una ciudad donde la cerveza es barata, se sirve 24 horas al día y hace 20 grados que permiten lucir la camiseta y el tatuaje en las mejores condiciones, ¿qué más se puede pedir? Si te quedas sin entrada, tampoco es un desastre: es cuestión de entrar en uno de los múltiples pubs británicos de Barcelona para ver el partido con cientos de expatriados mientras se espera a los amigos que sí lograron ir.
Escuchar la versión in situ, brindar por la heroica y seguir cantando hasta altas horas de la noche.
Christopher D. TULLOCH, profesor de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra
FOTO: http://www.sport.es